domingo, 22 de noviembre de 2020

117. De lo efímero

 Abrumado y sobrepasado. Consciente de ello y, aún así, incapaz de mover un dedo.

Empezando a pensar que estoy fuera de mi lugar temporalmente hablando, como si me hubiesen trasladado en una máquina del tiempo a un futuro donde todo va a la velocidad de la luz y tiene una vida más corta que una mosca. 

Puedo interpretar esto como una forma consciente de lo pequeña que es la vida, de lo corto que es el tiempo, de lo fugaces que somos en una existencia nimia. Pero también interpreto la vagancia y la aceptación de una sociedad manipulada hasta el ahogamiento.

Es cuando me doy cuenta de que formo parte de ese entramado de conformistas sumisos cuando no puedo dormir, cuando vuelvo a tragar techo como cuando escribía en mi anterior blog con una década menos. Compruebo pues que no he cambiado. Tampoco ha cambiado mi reacción: pensar y tramar pero no ejecutar. Moriré siendo un 'quizá', siendo un 'casi', siendo un 'y si...'.

Lo que está claro es que moriré, como todos, y que después de eso me dará igual lo efímero que es todo, si los gorilas de espalda plateada se extinguen en Virunga o si los Knicks deciden dar vergüenza ajena con su poco gusto por el mercado de agentes libres.

Todo esto lo escribo tras sufrir no sólo una ola de una pandemia como la de hace un siglo, sino dos olas, y de camino a la tercera. Esto lo escribo porque siempre que he escrito he tenido algo que contar, y quizá eso es lo que me hace olvidar toda la mierda que vivimos.

martes, 11 de febrero de 2020

116. Una balsa de aire

La pereza me invade y me evita abrir otro blog, uno que marque este lapso de separación entre el teclado y mis dedos, pero será aquí de nuevo donde me deje caer.

No sé si me llegó ya -la madurez, digo- pero desde luego que no soy el mismo. Sigo dudando, sigo teniendo prisa -quizá ambos mis dos mayores defectos junto con la petulancia- pero ahora tengo una ligera balsa de aire que me salva del vendaval.

A estas alturas ya he decidido hipotecar mi futuro y arriesgarlo a una de mis últimas cartas pues, a mi entender, pasados los treinta el mazo se verá tan reducido que mis posibilidades ante la tragicomedia que es la vida se verán demasiado reducidas. Me separaría así de un hipotético mundo paralelo en el que hubiese aprovechado más los veranos, hubiese besado a más chicas y hubiese escrito más. Eh aquí otro defecto, la pereza, de la cual ya hice mención al principio de este -para variar- inconexo y destartalado texto.

Noto mis prisas otra vez. Considero que no tendré vida suficiente para toda la ambición que me propongo, para todos esos libros y todos esos conciertos. Lo quiero todo y lo quiero ya, como un adolescente caprichoso y cínico ante sus padres.

Intentaré que esta promesa sea lo menos vacía posible, pero prometo dejarme caer más por aquí, porque sé que me da paz engañándome con un legado que no llegará.

jueves, 13 de junio de 2019

115. No tendría que haber vuelto

Pero sin embargo vuelvo.

Pensé en abrir otro blog (la inactividad en este ya era una tónica) para marcar otra etapa. Luego pensé que seguir escribiendo aquí haría notar la gran diferencia anímica y general que muestro a lo largo de las diferentes etapas y momentos que vivo.

En este caso se podría decir que vuelvo a tener la misma sensación de "cárcel" que tuve hace cosa de un año y medio más o menos. Sé de sobra lo que quiero y sé de sobra lo que no quiero, pero no dispongo de los medios ni del tiempo )sobre todo del tiempo) para ponerme a ello.

He intentado arañar segundos como he podido y, a pesar de rozar el victimismo contemplativo y absurdo de siempre, esta vez creo que simplemente tengo demasiados pájaros volando y ninguno en mano pero, claro, es que todos los pájaros me valen ahora mismo si me ofrecen más tiempo y más alegría laboral. Sigo teniendo voz pero no puedo gritar, ese es básicamente el problema, que tengo un lápiz pero no tengo papel, o está demasiado lejos, o no tengo tiempo para rellenarlo.

Intento, aunque sea en el móvil, escribir pequeñas ideas y proyectos de esos que jamás llegan a nada, un batiburrillo de letras que para mí tienen mucho sentido pero quizá para otros son el manifiesto de cualquier perdedor.

Y desde luego este estado se debe a que no hago lo que me hace feliz: jugar al baloncesto y ver cine. Parece una chorrada pero ambas cosas me liberan, me divierten y me abren la mente y el cuerpo. Ahora mismo soy una máquina de comer y de coger el metro. Si ya era experto en el maldito metro de Madrid ahora soy un cum laude en toda regla.

Ahora bien, dentro de toda esta amalgama de quejas y quejidos, de desesperanza y de negrura, hay un brote, uno brillante, que no crece en la cabeza pero sí un poco más abajo (no, no tan abajo). Quizá, sin poder llamarlo a esto proyecto, he de decir que tiene muy buena pinta. Lo que me vale para el cine y el baloncesto me vale para esto. Experimento sensaciones físicas: enrojezco, sudo, me ahogo y salivo a niveles nunca vistos en este paisaje abrupto y difícil.

Quizá sólo necesito eso, paciencia... Y generar la duda, sembrarla en todas las cabezas de cualquier manera posible, pero hacerlo.

sábado, 2 de febrero de 2019

114. En realidad nunca estuviste aquí

Me va bien, o eso creo. Bueno, al menos me va mejor de lo que me ha ido en el pasado. Mejor dicho: me va bien si tenemos en cuenta lo que es ir bien para la "gente". En realidad sí que me va bien porque me encuentro en paz conmigo mismo, aunque siempre tenga algún día de pensar que algo se me olvida, de pensar que algo me dejo en el camino.

Sigo fiel, sigo intacto. Disfruto de ciertas mieles, pequeñas pero igualmente dulces, y miro al pasado con mirada de veterano de guerra, como el que se piensa que ya se lo sabe todo... Aunque realmente sí que he aprendido mucho del pasado, del tiempo.

miércoles, 2 de enero de 2019

113. Amantes

A lo mejor tengo esa capacidad, a lo mejor puedo amar en cantidades.
Quizá coleccione musas, quizá no esté hecho para decidir, quizá estoy aquí para amarlas a todas y a todas de manera sincera.
Que leo versos en miradas sin quererlo, que me enciendo si te huelo y que te pienso y beso el viento.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

112. Dejadme vivir.

Que sepan todos que no quiero morir aún. No es que me queden por hacer muchas cosas, no, realmente creo que mi legado ya da para bastante y que nadie podría ensuciar ni verdadera intención tras mi forma de ser sociópata (que, por si no queda claro, es hacer el bien). Aunque, bueno, eso no quita que sí me queden dos o tres cosas en el tintero, pero lo gordo ya está más que hecho. Encontrarían poemas perdidos y cintas de super8 aún sin revelar, una especie de "found footage" por así decirlo.

Realmente por lo que no quiero morir es porque aún me queda mucho amor por dar. Siento, y lo digo de verdad, que reside en mí muchísimo cariño por explotar, mucha pasión y muchas ganas. Me encantaría poder ser más generoso, pero no tengo tanto tiempo. Me quedan besos y miradas, y quiero darlos y darlas todas. Dejadme vivir, dejadme exprimir este amor.

martes, 30 de octubre de 2018

111. Ensaimada

Cuando estás jodido puedes hacer dos cosas: la primera es olvidarlo y centrarte en otras cosas como el trabajo, las cosas de casa, el ocio, los amigos... La segunda es sacarle partido, extraer de ese dolor una moraleja y darle forma. Bueno, pues aquí estoy de vuelta. Sí, otra vez. Sí, esto ya lo he comentado aquí. Sí, me repito más que el picante.

Cuando creo que ya me las sé todas, cuando me despisto y menos lo espero, BOOM. Además siempre, pero siempre de verdad, se cumplen los mismos factores. Que sé que debería verlo venir pero... Ahí reside mi punto débil. Las últimas veces que me he ilusionado por algo ha pasado exactamente los mismo. Pensando fríamente y de la manera más imparcial posible creo, sólo creo, que lo he hecho bien. En una fue el miedo, en otra la falsedad. Yo siempre fui de cara: no tuve ni miedo ni oculté nada... Quizá debería jugar sin normas como hacen todos pero, claro, soy un purista incorruptible.

sábado, 22 de septiembre de 2018

110. ¿A quién demonios le escribo?

Tener la oportunidad de hablarte a ti cada noche es lo que me tranquiliza. Este confesionario particular, este púlpito de iglesia vacía que es mi propio eco, esto es lo que me alivia. Observo al resto haciendo eso que a mí me gustaría hacer para ser feliz, aunque quizá ellos no lo sean, y me lleno de congoja. ¡Maldita envidia! Leve, menos mal, pues me dura segundos al hacer reconocimiento a mis adentros: tengo esto, que nadie lee salvo yo mismo, y me tengo a mí, que por suerte o por desgracia sigo aquí malhumorando a propios y extraños. Tengo mis virtudes, complementadas con mis graves defectos (los cuales yo no noto por pura sociopatía, otro grave defecto), y mis gustos, que por pura egolatría creo firmemente entrenados y distanciados de cualquier mediocridad.
Aquí, como verán, puedo ser sincero. Me conozco, en toda mi expresión y forma, y por ello puedo ser puro e indiscreto con el folio. Hablo de mí mismo conmigo mismo, otro grave acto de egocentrismo, pero ni mucho menos discutiré que para ser lo que soy he tenido que mamar de muchos lados, de muchas personas y de muchos amores... Amores estacionales, amores fou, amores de largo recorrido, amores rotos, amores inesperados, amores en la distancia. Me quiero mucho, me enorgullezco (aunque sin forofismos ni chauvinismos) de cómo soy y de dónde vengo, y creo que eso me ha ayudado a amar más puramente.
Me leo en esta noche de viernes en la que me han dejado tirado por mi sentido del humor y me doy cuenta realmente de lo personaje que soy para unos y de lo insignificante que soy para otros. Suena el cuarteto de Dave Brubeck, al cual descubrí digeando digitalmente, por mi cuenta, ya que nadie de mi entorno gusta (gustaba) de este tipo de música. De hecho no he compartido con absolutamente nadie ningún interés general cultural hasta hace relativamente poco si tenemos en cuenta mi edad. No, no soy un incomprendido, simplemente he caído por temas de azar en un lugar así, y ya. La magia no existe, pero sí la casualidad o el azar. Las teorías divinas, los destinos y esas paparruchas en mi mundo tienen valor cero. ¿A qué viene esto? Gracias, no lo sé, es el estado de duermevela que llevo conmigo ahora mismo.
En realidad me tengo que despedir, que debo dormir. Echaba de menos pasarme por aquí para que nadie me lea. Siempre vuestro, siempre mío.

A.J.