martes, 26 de mayo de 2015

36. De un perro cualquiera.

Las circunstancias se agolpan tan deprisa que no somos capaces de pararnos a percibirlas.
A él se le amontonaron y tuvo que guardarlas, en cajas unas y en la memoria otras. El resto las vivió y las vive plenamente, sirviendo de nexo con el único camino que le conduce al oasis de manera correcta. Todo lo demás es un océano árido de mediocridad, conformidad y otras piedras rodadas y cegadas por el dolor.
Las circunstancias marcan de nuevo su presente y le salvan de un pasado que aún no le deja vivir en sintonía con el resto. Al perro apaleado de la esquina no le es fácil salir adelante entre manos que un día se intentaron aprovechar de su situación.
Dicho perro, se recupera ahora con todo a su favor, mientras se lame heridas ya curadas que su mente hace sangrar en un espejismo que nunca termina.
Escucha una música que jamás había conocido antes: Cálida y profunda le alcanzaba los oídos y le incitaba al placer de respirar aire puro, aguantarlo en los pulmones y hacer de cada suspiro el último suspiro.
Su misión ahora era recordar esa canción, cuidarla en su mente y darle cobijo el tiempo necesario para que él no olvide que no está solo y para que ella llene de nuevos acordes su historia.
Perro mojado, astillado y enfurecido, pero ahora valiente y en simbiosis con su medio, equipado para un duelo cara a cara con el que fue su dueño, con el único objetivo de la libertad, para disfrutarla con ese nuevo ritmo, con esa canción tersa y suave al tacto de sus sentidos más profundos.

El perro se convertirá en lobo, abandonará la ciudad y correrá lejos, olvidando la alcantarilla, la circunstancia perdida y los sueños de adoquín, para cambiarlos por algodón, mármol y teclas de piano.

sábado, 9 de mayo de 2015

35. Indonesia, el paraíso perdido de Joshua Oppenheimer.

Voy a adentrarme en un tema algo peliagudo y cruento, pero también de necesario conocimiento para todos, puesto que de lo rocambolesco que es, parece sacado de una película...Y no; esto es realmente lo que ocurre en el mundo y lo que ningún medio de comunicación al uso te va a contar.

Empezaré diciendo que llegué a conocer la problemática indonesia a través de un documental llamado The act of killing, del (excepcional) documentalista Joshua Oppenheimer, un americano que creció en Copenhague y comenzó a rodar hace más de diez años. The act of killing empezó a tener visibilidad casi al mismo que se movía en las salas y festivales del mundo, hace unos tres años, pero no fue hasta que llegó su nominación al oscar en 2013 cuando alcanzó un nivel general de expansión. Yo ya le tenía fichado para verlo en cuanto pudiese, y este pasado Enero conseguí la versión completa del director (la versión que se comercializa tiene media hora menos ya que las imágenes son espeluznantes) y bueno, me introduje en un tema que no conocía para nada y salí entre enfadado y asombrado. Tras verlo investigué y Joshua tenía previsto, en este año 2015, sacar una segunda parte del documental llamado The look of silence, el cual pude ver hace escasos días en un festival de Madrid (en su estreno en primicia en toda España y por el cual ha ganado el premio del público de dicho festival). También conté con la presencia del mismo Joshua antes de comenzar la película, que venía a presentar su trabajo en un modesto coloquio, en el cual contó anécdotas de ambos documentales, pues bien las merecían, fue una hazaña asombrosa. Ahora me dispongo a contar lo que el documental relata y que, a su vez, cuenta la espantosa realidad de Indonesia desde mediados del siglo pasado.

Indonesia, antes de 1965 y desde que se proclamó su independencia en 1949, vivía bajo el mando de un político nacionalista llamado Sukarno, que pasó de gobernar en democracia  hasta que se volvió, con el tiempo, mucho más autoritario, algo que no gustó a los grupos radicales anticomunistas a pesar de que este llevase a cabo la independencia del país. En 1965 se produjo un golpe de estado que terminó en 1968 con la subida al poder del líder del grupo paramilitar que había comenzado dicho golpe. En esos tres años se llevaron a cabo más de dos millones de asesinatos con el pretexto de que las víctimas eran comunistas, aunque no lo fuesen, pues se mataron  no sólo a comunistas, sino también a intelectuales, japoneses, chinos, socialistas y cualquier persona que no apoyara el régimen paramilitar que estaba surgiendo. Este grupo paramilitar aún sigue en el poder, apoyado desde siempre por las potencias mundiales de Estados Unidos y Reino Unido, negando que existiese un genocidio durante los años del golpe y, aún hoy en día, controla todo el país a sus anchas, desde ministros a presidentes, pasando por todos los niveles de educación y enseñanza para así mantener a la población engañada y asustada a partes iguales
Mientras que en The act of killing el documental se centra en los asesinos, contando todos sus métodos de tortura, The look of silence se centra más en una familia que sufrió los estragos del golpe de estado, y la cual sirvió de nexo para comenzar con los dos trabajos. Ambos documentales con surrealistas, crueles, inhumanos, macabros…Y tan reales que dan miedo.
Oppenheimer retrata así la corrupción de todo un país, desde la cabeza hasta los pies, de todo el horror aún latente y de una sociedad enferma  como es la indonesia. Ni siquiera el Tribunal Mundial de la Haya o las organizaciones de derechos humanos pueden hacer algo, pues existe el veto de Estados Unidos y Reino Unido que evita la acción dentro del país, por lo que tendrá que ser este mismo el que, con la ayuda de trabajos como estos documentales, se autorregule y alcance un equilibrio para poner denunciar toda la situación, tanto la pasada como la actual, haciendo que los asesinos y los gobernantes paguen justamente por sus actos, que están aún más asentados en el poder si cabe y que se vanaglorian de todas las muertes que han provocado.

Con todo esto, aparte de vislumbrar la realidad del mundo que no se cuenta en los medios, quiero reivindicar la figura del documental como herramienta de conocimiento y cultura y como otro formato fílmico que mejora cada vez más (en detrimento de la ficción).
De paso quiero recomendar los otros dos documentales que pude ver en el festival estos días: El primero es Virunga, documental sobre el parque nacional homónimo perteneciente al Congo y donde humanos, gorilas y otros animales tienen que hacer frente a la corrupción local y al capitalismo exterior que quiere explotar los recursos naturales del parque a pesar de que, para ello, tengan que exterminar y extorsionar a medio parque. El segundo es Cartel land, el más crudo de los tres por su dureza y sus imágenes de la frontera entre México y Estados Unidos, pues habla de los grupos militares de ciudadanos, tanto mexicanos como estadounidenses, que luchan contra la corrupción y las drogas cuando, ellos mismos, sobreviven gracias a ambas.

Tres documentales en tres continentes distintos, tres problemáticas que comienzan y terminan con la corrupción y la violencia, ambas producidas por la incultura, la ignorancia, la escasa ayuda de sus gobiernos y la mirada apartada del resto del mundo, que no sólo no ayuda sino que se aprovecha de estos continentes para explotarlos.


Recomiendo todos, pero con bastante estómago y a sabiendas de lo crudo que puede llegar a ser la experiencia. Dejo también los tráilers de los dos trabajos de Joshua Oppenheimer.



viernes, 1 de mayo de 2015

34. Top de Abril [Cine]

Si no hice un top en Febrero y en Marzo, fue por la escasa calidad del mes en cuanto a los visionados de películas que hice, nada que ver con este Abril, probablemente, uno de los mejores meses de mi vida, cinéfilamente hablando.
Tirando de la lista pendiente (a.k.a. la lista de la vergüenza) he abordado muchos grandes clásicos, como siempre muy variados, pues intento no centrarme en épocas o géneros para así hacer más llevadera mi todavía etapa de aprendizaje (aunque esta durará eternamente, espero).


Me gustaría destacar de este mes, más allá del top que comentaré abajo, la oportunidad que tuve de ver Juegos, ídolos y LSD, de Peter Mettler, y de poder disfrutar de una charla post-visionado en la filmoteca junto a él, en persona, que andaba de paso por Europa. El documental muestra, durante 180 minutos, el ideario de Mettler respecto a la condición humana y su búsqueda del placer alrededor de multitud de otros aspectos,  en diferentes localizaciones como USA, la India, Suiza o Canadá, tocando temas relacionados con la religión, las drogas, la naturaleza o el arte. A destacar también su poderío visual y sonoro.


1 – Nostalgia (Andrei Tarkovsky) 1983
Un estado mental. El trasvase del estado anímico y personal del autor hacia la obra, eso es Nostalgia. Tras su marcha de la Unión Soviética, en la cual había estado prácticamente toda su vida, Tarkovsky decide trasladar ese sentimiento tan profundo como es echar de menos tu tierra y tus costumbres en una cinta como esta, todo poesía en su forma y en su contenido. Todo el simbolismo no es más que piezas del puzzle que termina por construirse al final, mientras que el espectador une poco a poco cada parte de la historia del poeta perdido fuera de casa, acogido por la Italia más nublada y poco vistosa que Tarko pudo filmar, adrede, desde luego, haciéndonos disfrutar de esta maravillosa obra.


2 - ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (Stanley Kubrick) 1964
Otra obra magistral de la obligatoria filmografía del cineasta inglés. Aprovechando la tensión que despertaba la Guerra Fría entre ambos bandos, Kubrick se sacó de la manga esta sátira antibelicista, dándole, además, uno de los papeles de su vida a Peter Sellers (bueno, papel no, papeles).  Rodada de manera sobresaliente y con el característico uso de Kubrick de las maquetas y la perspectiva, consiguió otro prodigio técnico para la época, cosa que repetiría con 2001 unos años después. No sólo existe la comedia negra en la cinta, sino también cierto toque dramático y de tensión que no se resolverá hasta el final.


3 – La soga (Alfred Hitchcock) 1948
Tenía ya muchas ganas de hincarle el diente a otra película del maestro del suspense, y no se quedaron atrás mis expectativas. Partiendo de un único escenario y de un falso plano secuencia, Hitchcock crea la atmósfera perfecta que, junto a las magistrales actuaciones del elenco y una puesta en escena sencilla pero potente, nos introduce en las retorcidas mentes de unos personajes muy conseguidos, destacando así la cruda naturaleza humana.


4 – El séptimo sello (Ingmar Bergman) 1957
En la Suecia enferma de peste de después de las cruzadas, un guerrero y su escudero recorren, junto con otros tantos personajes, un país junto con los miedos de su sociedad: La muerte, la desesperanza, la religión, la existencia de un más allá y la redención. El ajedrez nunca tuvo tanto poder en una película, pues nunca fue jugado por nadie que tuviera el valor suficiente de retar a la muerte para así conseguir tiempo y resolver sus mayores dudas. Un final delicioso.

5 – El ángel exterminador (Luis Buñuel) 1962
Como es costumbre durante toda la vida de Buñuel, la crítica a la estupidez burguesa de la época sigue latente en El ángel exterminador. Desconcertante película, hasta el punto de irritar al espectador con su atrayente trama que roza lo sobrenatural. No hay mejor manera de aunar crítica y surrealismo que convirtiendo a la clase alta en esclavos de su propio ego y pseudointelectualismo, encerrándolos en su propia jaula.

6 – La noche del cazador (Charles Laughton) 1955
Espléndido cuento de hadas en la América sureña de principios de siglos, con un Mitchum aterrador y una puesta en escena magnífica. La persecución de un par de niños a manos de un predicador con ganas de marcha no podría ser tan apasionante de no ser por la dirección de Laughton, caso curioso el suyo, pues la acogida en taquilla de la película fue tan mala que jamás volvió a rodar, consiguiendo con los años mayor reconocimiento por parte de la crítica. Música y fotografía muy notables.

7 – Scarface (Howard Hawks) 1932
Comienzos del sonoro en el cine mundial, muy poca experimentación por parte de las majors, pero ningún problema para que Hawks haga la primera gran película sobre crimen y mafias que hubo hasta el momento. Mucha potencia verbal en su protagonista, mucho valor en las escenas de acción para la época y más que recurrente uso del sonido con los rudimentarios aparatos de los que disponía. Una lluvia de balas y de chulería constante a lo largo del film.

8 – Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen y Gene Kelly) 1952
El mejor musical de la historia, la gran apuesta por el technicolor, los números inolvidables de canto y baile, la puesta en escena grandiosa…Fórmula matemática perfecta para el resultado perfecto. Inmejorable, está medida de cabo a rabo, quién pudiese bailar como Gene Kelly.

9 – Freaks, la parada de los monstruos (Tod Browning) 1932
El cine se introduce en un circo ambulante (que, en la época, aún seguía siendo uno de los métodos para poder disfrutarlo) y enseña la cara cruda y más oculta del estrellato. Sórdida en su aspecto formal y en su elenco actoral, pero de un resultado demoledor, entre la sátira y el terror, imprescindibles para mantenernos una hora entera alerta.

10 – Kagemusha, la sombra del guerrero (Akira Kurosawa) 1980
Kurosawa no quería irse sin antes rodar esta preciosa historia sobre la dependencia marcial del siglo XVI japonés, pues no se era nada en la época sin un gran señor de la guerra que controlara el castillo y los ejércitos. Gracias a Coppola y a George Lucas sacó adelante la cinta, mezcla de sus famosas películas de samuráis y de sus mundos oníricos pintados al más puro estilo impresionista de Van Gohg. Bellísima e increíble puesta en escena que consiguió la palma de oro de Cannes.