Cuando la gente me dice que tenga
paciencia, que me calme y que hay tiempo para todo, me encantaría darles una
hostia.
No soy una persona violenta pero no saben
lo jodido que es para mí, ahora mismo, saber que no me dará tiempo a hacer todo
lo que deseo en esta vida, ni en cien, ni en mil años. A primera vista es una
máxima que no debería afectarnos, es como la muerte, quieras o no uno no puede
escapar de ella, pero a mí hay veces que me hunde saber que sólo viviré una
vida. A mis tempranos 24 años siento que he perdido mucho tiempo y, sobre todo,
que las condiciones ajenas a mí y en las que he nacido me han marcado la vida
completamente, lo cual también nos pasa a todos, sólo que a unos para bien y a
otros para mal.
Con esto último quiero decir que mientras
unos disfrutan del total apoyo de una familia, de una salud encomiable, de unos
medios excepcionales y de unas circunstancias favorables yo, por el contrario,
tengo poquito de eso, yo y muchos otros más tenemos que pedalear el triple que
el resto para llegar al mismo punto, y eso cansa, por no decir que frustra
hasta los límites. Este es el quincuagésimo texto en el que menciono las
diferencias sociales y económicas, algo normal teniendo en cuenta que España es
uno de esos países en los que la “promoción social” es más complicada que en la
Edad Media: Aquí si naces a duras penas es complicado que mueras como un clase
media-alta.
Lo bueno de esta vida, catarata de
emociones, es que todo esto que me rodea y no me ha ayudado en nada nunca es lo
que me da fuerza y transforma mi rabia en ganas de salir adelante, para, al
menos, cubrir un 0,000000001% de todo eso que me gustaría sentir y conocer de
la vida.
Hace no mucho tiempo una conocida marca de
relojes salvó un eslogan que me parece tremendo: “No es lo que tengo, es lo que
soy”. Bueno, en mí está hacer que ese lema brille porque, mientras unos tienen
mucho, otros somos mejores.
PD: No publiqué top a finales de
enero/principios de febrero por falta de tiempo, ni he escrito nada más por la
misma razón. Además, tengo tantas cosas de las que hablar y se me ocurren tan
pocas maneras de estructurarlas que, una vez lo pienso, ya se me ha perdido
todo en el aire, por lo que o escribo más a menudo o mejor me callo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario