Platón
estaría orgulloso: vivimos en su puta caverna. No sé quiénes, ni cuántos, pero
una parte de la población está dentro y, la otra, fuera ¿Dónde estoy yo? Quiero
pensar que fuera, respirando aire descontaminado, pero mi naturaleza me obliga
a no estar seguro de ello, al menos no del todo.
Se genera
pues un conflicto. Todos, bajo nuestra capa de la verdad, sobre nuestro
conocimiento del mundo y nuestra experiencia, pensamos haber visto la luz, o
pensamos que otros tantos no la han visto. En ciertos aspectos de la actualidad
se admiten pocos grises.
Me
refiero sobre todo al influjo de los medios, de los políticos, de las modas, de
la cultura de masas, de la actualidad y todo lo que puede rodear a la sociedad
humana. Mucha información y mucho debate, pero poca verdad y poco razonamiento.
Nos posicionamos en cada uno de los aspectos posibles que lo permiten, creando
así el conflicto antes mencionado: los que han visto la luz y los que no.
Yo no
niego que a veces muestre firmemente mi punto de vista, intentando ser lo más
objetivo e imparcial posible, sí, pero ya no se puede creer en nada ni en nadie
y, nosotros, los de abajo, tenemos que dirigirnos a un lado o a otro, pues
ambos son contrarios y no se puede ser adalid de dos bandos opuestos a la vez.
Pienso
que esta inestabilidad social de dos bandos no ha llegado ahora de casualidad,
sino que es algo buscado por poderes económicos para sacar tajada de la
situación, para aprovecharse de los de siempre. Sí, de los de abajo, del 99% de
la población.
Esta
incertidumbre que en mí gobierna cada día de manera más sólida me obliga a seguir
buscando, investigando y leyendo. Necesito saber más pues no paro de
cuestionarme demasiadas cosas y mi cabeza al final explotará (algo que ya he
tratado mil veces aquí, pero que no para de tener sentido).
¿Vivo
en la caverna observando sombras o veo un más brillante cada día?
Sólo
sé que me sigo sintiendo fuera, lejos, solo, y que es un sentimiento que se
repite cada vez más y que no sé muy bien si me lo he buscado o lo ha provocado
esta sociedad enferma. Pero enferma para mí, claro, otros viven genial en su
mundo de golosina…y ya vuelvo a desvariar.