No sé
si alguna vez he escrito en algún sitio sobre esto, pero allá voy.
El 11
de Marzo de 2004 yo estaba en 1º de ESO. En aquel entonces mi familia aún
estaba “unida” y yo no era un enfermo crónico ni un fracaso escolar.
Como
todas las mañanas me dirigía a la ‘ruta’, o lo que viene siendo un autocar que
nos llevaba al instituto a los chavales de la zona (que no estaba demasiado
lejos, pero ya sabéis cómo son las madres a esas edades). Para llegar hasta
dicho autocar tenía que cruzar la Albufera, la avenida principal de mi barrio y
que me pilla al lado de casa.
Ese
día, antes de salir, mi madre ya exclamó un “ay que ver la cantidad de policía
que está pasando”. Todos venían del centro e iban hacia Villa de Vallecas o
hacia Madrid Sur.
Al
bajar y cruzar la avenida pasaron más. Delante de mí unos cuatro o cinco con la
sirena puesta. Como niño no le di demasiada importancia y me monté en el autocar
para ir al instituto.
A
primera hora tocaba inglés. Aún recuerdo a Conchi como la típica profesora con
aura de madre dulce y un poco ingenua. Un encanto. Estábamos con unos
ejercicios de listening usando el
típico radio cassette que funciona
más mal que bien. Al rato, y no recuerdo muy bien por qué, quitamos el CD del workbook para poner la radio. Creo que
fue a petición de un compañero de clase que estaba nervioso porque su hermano
trabajaba por Nuevos Ministerios y había escuchado algo antes de salir de casa.
Conchi, pues, accionó el botón.
En ese
momento la mujer puso una cara enorme de preocupación y varios alumnos
empezaron a llorar. Yo, no sé si por inocencia o ignorancia, pasé bastante del
tema e intentaba escuchar lo que decían en la radio. Exclamé un “no entiendo
por qué lloran” y me quedé tan ancho. Al cabo de un rato sólo éramos tres de
casi treinta los que no llorábamos en clase.
Empezó
aquí el momento caos: Conchi decidió terminar la clase y simplemente hablar con
nosotros explicándonos la situación mientras alumnos de otras clases corrían
por los pasillos llorando y gritando que iban a atentar contra el instituto. Yo
pensé para mis adentros que eso no tenía sentido. Obvio que no lo tuvo, era un
bulo más de la imaginación de los chavales.
Nos
mandaron a todos al patio. Bueno, a todos los que quedábamos, pues la mayoría
se había ido a hacer pellas o se los habían llevado sus padres a casa. En el
patio nos reunieron a todos alrededor de un profesor (al que más mayor
conocería, un gran tipo) que empezó, usando un megáfono, a pronunciar “ETA NO”.
Todos los chavales nos sumamos como monos a aquello. Dio un discurso sobre el
terrorismo, sobre ETA y esas cosas.
Al
cabo de un rato nos volvimos todos para casa, pues las clases se suspendieron.
Ya aquí, viendo las imágenes, pude ser algo más consciente de todo lo que
sucedió aquella mañana del 11 de Marzo de 2004.
Ahora,
trece años después, soy consciente plenamente de todo lo sucedido, y también de
que se nos esconden y se nos escapan muchas cosas.
Evidentemente
no se supo que ETA no tenía nada que ver hasta pasadas las elecciones, sin ser
esto lo más grave pues, a día de hoy, se ha demostrado que existe una inmensa
cantidad de mentiras y falsedades que rodean la investigación de los atentados
(pérdida de información, cabezas de turco que pagaron lo de otros, intereses políticos
y económicos detrás, etc).
Que
descansen en paz todas las víctimas y que sigan fuertes los familiares de
estas. Un amor para todos.
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