sábado, 20 de mayo de 2017

87. Equilibrium

La experiencia es un grado.
Mi yo de hace días, semanas, meses, años. Mi otro yo me repite: 'esta ya te la sabías'.
Joder, gracias. Gracias porque, a pesar de lo que se pueda decir, cada vez piso menos veces la misma piedra.
Ilusionarse sí, pero controlando el tempo. Y, como esto, todo en su justa medida, controlando las subidas y bajadas. Equilibrando, midiendo.


Mis noches sin jazz no son nada. Mi vida, sin amor, tampoco.


Y es que hay que saber bailar salsa pero también un tango. Darle a la lager y a la ale indistintamente.
Lo que ya he tratado aquí siempre: tienes que conocerte como nadie y, a partir de ahí, aprovechar esa ventaja.
El auto-reconocimiento no está pagado, y ni falta que hace.
Mientras ellos duermen nosotros escribimos nuestra propia historia.

viernes, 12 de mayo de 2017

86. Interludio

Casi sin cine, casi sin baloncesto: casi sin respirar.
Escribo de madrugada como antaño, escuchando a Roxette tras reunirme con unos buenos amigos y beber una Chimay Azul.

A lo que voy: llevo cosa de mes y algo sin pisar la cancha y sin apenas ver cine ¿Estamos locos? No, sólo es el final de la maldita carrera que tanto tiempo me ha absorbido. En mes y medio seré libre (salvo por la HDP que me jodió para ir a Septiembre).
Es decir, salgo del todo al mundo y rompo los barrotes de mi alrededor.
Hago un canto a la vida (aspecto contrario al de hace cuatro meses) por si me muero antes de terminar mi graduado. El reto estará en escribir un guion en quince días.

Nada más. Vean las obras menores de Kurosawa que merecen mucho la pena, Cayo Largo de Huston o El desprecio de Godard. Ahora andamos en playoffs. Segunda ronda, algo podré ver.
Mi cabeza es un cúmulo de curvas, de cejas despeinadas y de olores de cuello.

Seguimos en línea, no cuelgue.